«Buenos equipos, proyectos imbatibles» de A.Gostick y C.Elton

El verdadero éxito de una empresa depende de su capacidad para crear equipos de alto rendimiento: equipos capaces de transformar toda una empresa.

Título: Buenos equipos, proyectos imbatibles.

Autores: Adrian Gostick & Chester Elton

Editorial: Conecta

ISBN: 978-84-938693-3-5

Páginas: 320

SINOPSIS:

Las investigaciones de Elton Chester y Adrian Gostick demuestran que el auténtico éxito duradero se fundamenta en un tipo de equipo de alto rendimiento formado por personas comprometidas que comparten la misma pasión y una visión común. A partir de una exhaustiva investigación de equipos excepcionales en empresas de diferentes sectores, los autores han condensado las características y dinámicas que los unifican, dando lugar a una energía desbordante y a unos resultados extraordinarios.Una guía única para forjar equipos rompedores, y desatar la pasión y la visión de una auténtica revolución.

En el libro se analizan las características que deben reunir los equipos para ser considerados innovadores y obtener un alto nivel de rendimiento y de satisfacción de sus miembros.

A parte del tema estrella  de «cómo crear equipos innovadores», otros temas de los se habla en el libro son:

  • Cómo unir al equipo en torno a una causa común.
  • Cómo fomentar la competencia mediante los 4 básicos (fijar metas, comunicar, confiar y  rendir cuentas) + el Reconocimiento.
  • Cómo servirse de los seis ingredientes secretos para obtener buenos resultados (soñar, creer, arriesgar, evaluar, perseverar, contar historias)
  • Cómo dar ánimos.
  • Cómo crear una cultura corporativa revolucionaria.

Lo que está claro es que los equipos innovadores son los que mejores resultados van a aportar, y no sólo dependerá de los integrantes del equipo sino, por supuesto, del líder que los gestione. Este deberá:

  1. Lo primero, asegurarse de agrupar a las personas adecuadas y con capacidad para colaborar con el resto del equipo.
  2. Transmitir las reglas corporativas. Ayudando a los profesionales a comprender el plan general y su papel  individual y colectivo los líderes conducen al equipo hacia la consecución de sus metas.
  3. Facilitar el establecimiento de reglas. Los directivos eficaces ayudan a preparar el terreno permitiendo que sus equipos acuerden un código de conducta colectivo que se convertirá en un modelo para todas las decisiones e interacciones.
  4. Promover la cultura de la apreciación. Los grandes líderes reconocen los logros a largo plazo, promocionan el reconocimiento entre los empleados y hacen que su equipo tenga un papel visible dentro de la organización.

Personalmente me quedo con las siguientes frases del libro:

  • ¿Acaso no queremos todos cambiar el mundo, aunque solo sea la parte que nos afecta? Por mucho que le sorprenda, resulta que es perfectamente posible. Sólo que no puede hacerlo sin los demás.
  • El coste que conlleva no compartir un objetivo cómun es lo bastante importante para captar la atención de la dirección.
  • En los equipos innovadores la confianza es crucial para el éxito, igual que la competencia lo es para que las cosas funcionen.
  • A diferencia de la fijación de metas y de la necesidad de rendir cuentas, que incluso al más cínico le parecen inevitables para fomentar el esfuerzo entre aquellos que nos rodean, la confianza requiere que aceptemos algunos reproches de vez en cuando, lo cual no es natural en el típico ambiente laboral donde se elude toda responsabilidad. También requiere desprenderse de una parcela de control y tener más fé en los compañeros.
  • Darle un significado aún mayor a su trabajo solo depende de un factor clave: que usted decida creer que su equipo unido puede conseguir cualquier cosa.
  • Las barreras nos obligan a esforzarnos más, porque el sentido común nos dice que cualquiera que desee resultados espectaculares encontrará resistencia.

Dilbert. El Teorema del Salario.

Como ya os he comentado en otras entradas, Dilbert es el personaje principal de las tiras de Scott Adams que llevan su nombre, además de un excelente ingeniero que no sabe relacionarse en sociedad.

Dilbert retrata la cultura corporativa como un mundo kafkiano de burocracia para sus propios objetivos y las políticas de oficina que soportan la productividad, donde las habilidades de los empleados y sus esfuerzos no son recompensados y elogian el trabajo pesado.

Confieso que soy una fan de las tiras cómicas de Dilbert. Las leo a diario. Me rio tanto. Ya sé que es el reflejo, en muchos casos, del día de día de algunos de nosotros, y es triste, teniendo en cuenta como está el mercado laboral, pero por qué no reirse de uno mismo. Creo que todos en algún momento nos hemos podido ver reflejados en algún personaje de la historia.

En el transcurso de la historia, Dilbert incluso ha podido definir y demostrar algún que otro teorema. Uno de los más conocidos es el  Teorema del Salario.

Los ingenieros y los científicos nunca pueden ganar tanto como los ejecutivos o los comerciales.

Para demostrarlo matemáticamente, Dilbert parte de dos postulados de dominio popular:

Postulado número 1:

Knowledge is Power (El Conocimiento es Poder)

Postulado número 2:

Time is Money (El Tiempo es Dinero)

Todos conocemos el siguiente principio de la física:

Power = Work / Time (Potencia = Trabajo / Tiempo)

Pero considerando que Knowledge = Power según el Postulado 1, tenemos que:

Knowledge = Work / Time (Conocimiento = Trabajo / Tiempo)

Y como por el Postulado 2 resulta que Time = Money llegamos a:

Knowledge = Work / Money (Conocimiento = Trabajo / Dinero)

Ahora, si en esta ecuación despejamos la variable «Money», obtenemos que:

Money = Work / Knowledge (Dinero = Trabajo / Conocimiento)

Así que cuando Conocimiento se aproxima a cero (0), el dinero tiende a infinito, independientemente de la cantidad de Trabajo realizado.

Con lo que queda demostrado lo siguiente:

Cuanto menos sepas, más ganarás

Os recomiendo encarecidamente leer el  libro: The Dilbert Principle.

RRHH. Jefes complejos.

El otro día quedé con una amiga que hacía tiempo que no veía. Me quedé estupefacta al verla, triste, cansada, ojerosa, un alma en pena… Después de la conversación, la conclusión es que laboralmente hablando está totalmente anulada por su jefe.

Recientemente en su departamento, se ha incoporado un nuevo responsable de área. A priori todo iba bien, parecía que el tándem jefe-equipo funcionara, vamos, que todo parecía ir sobre ruedas, en contra de las espectativas de muchos. Pero el verdadero jefe pronto empezó a imponerse, a no darle opinión a nadie, sino a ser simples marionetas que ejecutan órdenes. Además se destruyó al equipo, ya estaba consolidado, trabajaban bien juntos y los resultados lo demostraban. Sin embargo, no todos eran de su agrado, con lo que dividió al grupo enfrentándolos. Desastrosa decisión!

Curioseando en la red, encontré por casualidad un artículo en http://www.emprendedores.es con el siguiente titular: «Superiores de Pesadilla. ¿Trabajas para un jefe insoportable? Te contamos como manejar esta relación» Trata sobre el archidebatido tema de los jefes «insorportables» y lo más interesante del texto, cómo tratar con ellos.

Personalmente creo que lo más interesante del artículo es un apartado denominado «Galería de Jefes difíciles». Es un listado de los jefes difíciles más comunes. Transcribo literalmente la lista.

Los plañideras:
Quisquillosos y amargados, son personas quejicas cuyo rasgo más destacable es su incapacidad para afrontar la más pequeña adversidad. Son nerviosos, impacientes e inestables emocio- nalmente inestables y suelen ser desconfiados. Como jefes son ese tipo de personas que hacen que odies ir a trabajar. Llegan cada mañana preoocupados con un permanente presentimiento de que algo malo va a ocurrir. Y pueden desatar su hostilidad más rápido que un trueno. La buena noticia es que, salvo raras excepciones, sus quejas permanentes y su actitud fatalista les deja fuera de los puestos de mando.

Los curroadictos:
Son personas tensas, poco sociables, muy competitivos y bastante dominantes. Exigen una dedicación absoluta por parte de sus subordinados. No delegan nunca su autoridad porque lo perciben como una pérdida de control.

Los calzonazos:
Apáticos e indiferentes, holgazanean durante todo el día, sin centrarse nunca en sus obligaciones. Suelen ser personas brillantes, a las que el trabajo no les motiva. Se les podría describir como aburridos más que como vagos. Como jefes, los calzonazos suelen tomar decisiones muy acertadas a la hora de formar su equipo. Se rodean de personas competentes y motivadas que requieren de poca dirección o apoyo para salir adelante. Así, son capaces de delegar sus responsabilidades y su control sin miedo a que sus subordinados les decepcionen.

Los fantasmas:
Son autoritarios, arrogantes y engreídos y se consideran a sí mismos los únicos con capacidad para hacer las cosas. El verdadero problema de tratar con ellos radica sobre todo, en su ejercicio dictatorial del poder, que intimida y espanta. Suelen intimidar a la mayoría de las personas y son tan insensibles que, inconscientemente provocan que otros se sientan mal consigo mismos.

Los modelos de pasarela:
Superficiales y engañosos, son poco sinceros, impresionables, mentirosos y manipuladores. Poseen un gran instinto de supervivencia. Están dispuestos a delegar sus responsabilidades, pero nunca su autoridad. Los resultados son otro cantar: si son buenos, serán los responsables; si son malos, será culpa de otro.

Guardianes del deber:
Cautos y vigilantes, son los reyes oficiosos de las normativas del sistema. Son personas lentas, carentes de originalidad e insistentes.

Los buscaculpables:
Son guardianes de la moral por decisión propia, muy reservados, inflexibles y aduladores. Se ofenden con facilidad. Son personas frías, sin sentido del humor y sólo actúan de manera compasiva con los individuos que piensan como ellos.

Los androides:
Obedientes y descuidados, son personas inseguras que dependen absolutamente de la buena voluntad de los demás tgrabajadores. Están constantemente angustiados con su trabajo y con su trabajo. Son sumisos, carecen de imaginación y sobretodo, tienen una pobre opinión de sus propias capacidades. Guardan obsesivamente sus sentimientos, no se manifiestasn y no expresan sus opiniones negativas acerca de otros. Como jefes, les cuesta mucho motivas a sus colaboradores, delegar responsabilidades o tomar sus propias decisiones sobre proyectos. Suelen ahogar la creatividad y limitar la espontaneidad, la innovación y el riesgo.

En el artículo, en esta sección, también se exponen las pautas para poder tratarlos y sobrevivir en el día a día en la oficina.

Personalmente creo que no existe el jefe perfecto, como que tampoco existe la persona perfecta. Todos somos mejores y peores depende en qué situación. También hay que decir que ser jefe no es nada fácil,  todo lo contrario. Pero desde mi humilde experiencia, lo más importante es la comunicación. Por encima de todo, debe haber una comunicación clara, sincera y directa entre el jefe y su subordinado, para que el trabajo se ejecute correctamente.