RRHH. Jefes complejos.

El otro día quedé con una amiga que hacía tiempo que no veía. Me quedé estupefacta al verla, triste, cansada, ojerosa, un alma en pena… Después de la conversación, la conclusión es que laboralmente hablando está totalmente anulada por su jefe.

Recientemente en su departamento, se ha incoporado un nuevo responsable de área. A priori todo iba bien, parecía que el tándem jefe-equipo funcionara, vamos, que todo parecía ir sobre ruedas, en contra de las espectativas de muchos. Pero el verdadero jefe pronto empezó a imponerse, a no darle opinión a nadie, sino a ser simples marionetas que ejecutan órdenes. Además se destruyó al equipo, ya estaba consolidado, trabajaban bien juntos y los resultados lo demostraban. Sin embargo, no todos eran de su agrado, con lo que dividió al grupo enfrentándolos. Desastrosa decisión!

Curioseando en la red, encontré por casualidad un artículo en http://www.emprendedores.es con el siguiente titular: «Superiores de Pesadilla. ¿Trabajas para un jefe insoportable? Te contamos como manejar esta relación» Trata sobre el archidebatido tema de los jefes «insorportables» y lo más interesante del texto, cómo tratar con ellos.

Personalmente creo que lo más interesante del artículo es un apartado denominado «Galería de Jefes difíciles». Es un listado de los jefes difíciles más comunes. Transcribo literalmente la lista.

Los plañideras:
Quisquillosos y amargados, son personas quejicas cuyo rasgo más destacable es su incapacidad para afrontar la más pequeña adversidad. Son nerviosos, impacientes e inestables emocio- nalmente inestables y suelen ser desconfiados. Como jefes son ese tipo de personas que hacen que odies ir a trabajar. Llegan cada mañana preoocupados con un permanente presentimiento de que algo malo va a ocurrir. Y pueden desatar su hostilidad más rápido que un trueno. La buena noticia es que, salvo raras excepciones, sus quejas permanentes y su actitud fatalista les deja fuera de los puestos de mando.

Los curroadictos:
Son personas tensas, poco sociables, muy competitivos y bastante dominantes. Exigen una dedicación absoluta por parte de sus subordinados. No delegan nunca su autoridad porque lo perciben como una pérdida de control.

Los calzonazos:
Apáticos e indiferentes, holgazanean durante todo el día, sin centrarse nunca en sus obligaciones. Suelen ser personas brillantes, a las que el trabajo no les motiva. Se les podría describir como aburridos más que como vagos. Como jefes, los calzonazos suelen tomar decisiones muy acertadas a la hora de formar su equipo. Se rodean de personas competentes y motivadas que requieren de poca dirección o apoyo para salir adelante. Así, son capaces de delegar sus responsabilidades y su control sin miedo a que sus subordinados les decepcionen.

Los fantasmas:
Son autoritarios, arrogantes y engreídos y se consideran a sí mismos los únicos con capacidad para hacer las cosas. El verdadero problema de tratar con ellos radica sobre todo, en su ejercicio dictatorial del poder, que intimida y espanta. Suelen intimidar a la mayoría de las personas y son tan insensibles que, inconscientemente provocan que otros se sientan mal consigo mismos.

Los modelos de pasarela:
Superficiales y engañosos, son poco sinceros, impresionables, mentirosos y manipuladores. Poseen un gran instinto de supervivencia. Están dispuestos a delegar sus responsabilidades, pero nunca su autoridad. Los resultados son otro cantar: si son buenos, serán los responsables; si son malos, será culpa de otro.

Guardianes del deber:
Cautos y vigilantes, son los reyes oficiosos de las normativas del sistema. Son personas lentas, carentes de originalidad e insistentes.

Los buscaculpables:
Son guardianes de la moral por decisión propia, muy reservados, inflexibles y aduladores. Se ofenden con facilidad. Son personas frías, sin sentido del humor y sólo actúan de manera compasiva con los individuos que piensan como ellos.

Los androides:
Obedientes y descuidados, son personas inseguras que dependen absolutamente de la buena voluntad de los demás tgrabajadores. Están constantemente angustiados con su trabajo y con su trabajo. Son sumisos, carecen de imaginación y sobretodo, tienen una pobre opinión de sus propias capacidades. Guardan obsesivamente sus sentimientos, no se manifiestasn y no expresan sus opiniones negativas acerca de otros. Como jefes, les cuesta mucho motivas a sus colaboradores, delegar responsabilidades o tomar sus propias decisiones sobre proyectos. Suelen ahogar la creatividad y limitar la espontaneidad, la innovación y el riesgo.

En el artículo, en esta sección, también se exponen las pautas para poder tratarlos y sobrevivir en el día a día en la oficina.

Personalmente creo que no existe el jefe perfecto, como que tampoco existe la persona perfecta. Todos somos mejores y peores depende en qué situación. También hay que decir que ser jefe no es nada fácil,  todo lo contrario. Pero desde mi humilde experiencia, lo más importante es la comunicación. Por encima de todo, debe haber una comunicación clara, sincera y directa entre el jefe y su subordinado, para que el trabajo se ejecute correctamente.

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